¡Herman@!

Es tiempo que nos enfoquemos en una poderosa preparación espiritual, que nos permita vencer y ganar almas para Cristo. Te invito a que seas parte de este ejército ¡y que avives el fuego del don de Dios que está en ti!

sábado, 17 de febrero de 2018

Alabar a Dios en las buenas, las malas y las re malas

Cuando tenía unos 10 ó 12 años, mis papás fueron a visitar a un joven endemoniado. Ellos, muy cristianos, se prepararon y oraron al Señor antes de ir a verlo para que Él tuviera misericordia de su vida.

Por lo que me cuentan -y yo recuerdo- el chiquillo estaba muy mal: balbuceaba cosas sin sentido, cambiaba la voz (a lo película El Exorcista), le gustaba estar en la oscuridad y casi no comía. Era un panorama realmente desolador.

Antes de mis papás, ya lo habían ido a visitar muchas personas. Desde curas, grupos de jóvenes y predicadores, hasta pastores, evangelistas y brujos. Todos iban con una buena intención, con el deseo de que el poseído fuera libre, pero luego que se iban, todo seguía igual. Más tarde, con el tiempo, pensaba que Dios quizás no quería obrar a través de algunos cristianos que lo vieron porque se iban a "atribuir el poder", pero esa es tela para otra entrada. 

La cosa, amigos míos, es que cuando mis padres llegaron hasta ese hogar, lo primero que hicieron fue orar. El joven estaba acostado en su cama, mirando hacia la pared, en posición fetal. Ni se inmutaba de su presencia. Ellos estuvieron clamando un rato y cuando se pusieron de pie, dispuestos a hacer la unción, sintieron de parte del Espíritu Santo alabar a Dios. En otras palabras, ponerse a cantar himnos y alabanzas al Señor. Gloria a Su Santo Nombre. 

Ellos me cuentan que tomaron el himnario, que estuvieron cerca de media hora cantando al Señor y que meditaban muy profundamente en las letras de las alabanzas. Era un momento de adoración.

Cuando ya sintieron terminar, dieron las gracias por las bondades de Dios, pidieron la bendición y se fueron. La gente de esa casa quedó descolocada y se decía: "Estos no hicieron nada, puro que cantaron".

A la semana siguiente, mis padres vieron al joven en la calle. ESTABA LIBRE PARA LA GLORIA DE DIOS. Qué Grande es Nuestro Dios, escribo esto y se me acelera el corazón.

El joven no sólo estaba libre de demonios, estaba sonriente, le había cambiado el rostro y no había ningún rastro de su posesión satánica. Mis padres dieron Gloria a Dios por la victoria y le entregaron el plan de salvación. El muchacho les contó que mientras ellos cantaban se iba sintiendo mejor y que cuando se fueron, tuvo hambre y se quiso levantar. GLORIA AL ESPÍRITU SANTO, ¡qué importante es escucharlo y obedecerle! ¡ES UNA PERSONA Y LO SABE TODO! ¡ALELUYA!

Con esta experiencia, quiero decirte que hay que alabar a Dios en todo tiempo. En el fútbol, algunas hinchadas afirman que están con sus equipos en las buenas, las malas y las re malas. Cuanto más nosotros, que sabemos que el Señor sólo nos ha llamado para hacernos bien.

Uno de los secretos del Rey David para triunfar en la vida, es que nunca se cansaba de alabar a Dios. En el salmo 34:1 expresaba: "Bendeciré a Jehová EN TODO TIEMPO; Su alabanza ESTARÁ DE CONTINUO en mi boca".

Gloria a Dios, amigos míos. Muchas veces, cuando estoy MUY MAL y ni siquiera puedo orar, me pongo a cantar. Primero es un canto débil, desafinado, incluso con letras inventadas. Empiezo a decirle al Señor tal cual me siento con mis palabras, pero coreándolas y NUNCA FALLA en cambiar mi lamento en baile (Salmo 30:11). Esto no lo digo como una técnica matemática para aplicar con un resultado definido, no, lo que quiero transmitirte es que las verdades bíblicas tienen sustento cuando las aplicamos en cuerpo, alma y espíritu.

Esta experiencia de mis papás nunca se me olvidó. Incluso cuando estaba perdida en el mundo, me acordaba de ella y le guardaba cariño. Especialmente cuando comprendí la importancia de la alabanza en el cuerpo de Cristo y el poder oculto que tiene la música (en otra entrada les hablaré de eso y de lo que Dios me mostró en su infinita misericordia).

Ahora bien, la alabanza a Dios no se trata de que estemos cantando las 24 horas. Si tú puedes hacerlo, Gloria al Rey que vive, pero somos humanos y nos cansamos. Lo que quiere transmitirnos el Precioso Espíritu Santo, es que estemos continuamente reconociendo la Grandeza de Dios. Con el pensamiento podemos estarle diciendo las cosas bellas que pensamos de Él o en voz alta hablarle y decirle Tú eres GRANDE, MARAVILLOSO, GENUINO Y AUTÉNTICO. Gloria a Jesús.

En otras oportunidades, sólo alzo mis brazos al cielo y digo: Gloria a Dios, Gloria a Dios, Gloria a Dios para siempre. Lo hago cuando me ha pasado algo muy malo, cuando llego a casa sin novedad, cuando me subo al ascensor o cuando camino y siento una brisa fresca en mi rostro. Le alabo por las cosas cotidianas, por las cosas que ahora tengo y que cuando niña no tenía. Por ejemplo, cuando me doy una ducha. Siempre doy gracias por esto, porque hubo un tiempo en que tenía que hacerlo con una manguera o "por presas" porque no teníamos agua potable, jaja. BENDITO Y ALABADO SEA EL SEÑOR.

Todo lo que respira tiene que alabar a Dios (Salmo 150). La alabanza a Dios también está en lo que hacemos. Si presentamos un trabajo y fue exitoso, podemos decirle al Señor: Padre, esto que hice te honra porque estuvo bueno y soy tu hijo/a. Así que considéralo como una alabanza para ti porque te mereces lo mejor y tú me diste la capacidad para hacerlo. 

Ten en cuenta que alabar a Dios de corazón continuamente te da poder, porque hace huir al diablo. Con la alabanza -y obedeciendo la Palabra- lo haces huir, ¡porque él no resiste que estemos cerca de Dios y lo exaltemos! 

Personalmente me considero muy torpe para hablar (a lo Moisés, ja) y por eso, cuando siento la inspiración del Espíritu Santo frente a un enfermo o un inconverso, sólo alabo y dejo que Él haga el resto. "Señor, sólo soy un instrumento en tus manos y te voy a alabar. Encárgate del resto, amén", le digo en la mente y Él nunca me falla.

Acá te voy a dejar un pequeño ejemplo en audio de cómo alabo a Dios en cualquier momento del día. A veces lo hago en voz alta, otras en la mente. Lo importante y vital es: NUNCA DEJAR DE ALABAR A DIOS. ¡Que el Señor te bendiga!

jueves, 15 de febrero de 2018

Tengo debilidades y el enemigo las conoce

No sé a quién le escuché alguna vez que, pese a que me sintiera mal, o lo peor de lo peor, NUNCA JAMÁS NEVER IN THE LIFE, le mostrara mis debilidades a los enemigos.

El asunto es que mi mayor enemigo es terrible astuto. Me conoce porque me juntaba con él y además, tiene tiempo para investigar mi vulnerabilidad. Así, con sus secuaces llamados demonios, sabe cuándo ando triste, enojada o apesadumbrada, porque es muy organizado. 

Este enemigo, que es incapaz de leerme la mente y no puede estar en todo lugar como sí puede el Señor Jesucristo, me odia. Específicamente desde el día en que me empecé a juntar con Dios. Ahí me declaró la guerra y ha hecho hasta lo imposible por desviarme del camino verdadero.

Amigo, la firme es que ha sido duro y no me cabe duda que para ti también. Sin embargo, acá estamos y seguiremos estando hasta cuando el Señor diga.

Una de mis debilidades, desde niña, ha sido preocuparme demasiado por el qué dirán. Como que siempre estaba buscando la aprobación de los demás y cuando las cosas no me resultaban, me deprimía y me encontraba sonsa. Gracias a Dios, esto lo superé, pero mi enemigo sabe que tengo más debilidades y por eso no es raro que de vez en cuando las ocupe para joderme la existencia.

"Diga el débil: fuerte soy", dice Joel 3:10. Pero cuando uno anda debilucho, escuálido espiritualmente hablando, esa Palabra pareciera que nos queda grande.

Mientras estamos ahí, frustrándonos y repasando los errores, el enemigo llamado Satanás (que el Señor lo reprenda) agarra ventaja con la radiografía que nos sacó. Como dije anteriormente, al no poder meterse en la mente, busca estrategias para saber cuál es nuestra parte sensible y nos da por ese lado. Uno sin querer le entrega en bandeja la info al enemigo: por una actitud, porque se la comentamos a un cercano o ¡porque la escribimos en un mensaje de WhatsApp y él sapeó y dijo por aquí le doy!

En mi caso, me ataca con la música. Cuando estoy de lo mejor, súper consagrada, onda orando de madrugada y todas esas manos, él viene y me coloca un tema rockero de aquellos y el corazón se me prende. Es terrible, porque noto inmediatamente como bajo las revoluciones con Cristo y eso es porque NO LE HE PEDIDO AYUDA AL ESPÍRITU SANTO.

A veces uno es re gil. Perdón, yo, siempre. La Palabra dice que Jesucristo va a estar con nosotros hasta el fin del mundo, que enviaría al Consolador para ayudarnos, pero omitimos esta valiosa información y actuamos por nuestros instintos. Y ahí es cuando queda la grande y después vamos, nos arrodillamos y lloramos al Señor pidiendo perdón por haber fallado. Ay, Señor. Realmente tu misericordia no tiene límites.

Hace poco, analizando este mismo tema, sentí la inspiración de escribir en un cuaderno que tengo dedicado a las cosas espirituales, cada una de mis debilidades. Busqué una hoja nueva, agarré dos lápices (uno negro para las debilidades más fáciles de superar y otro rojo para las heavy), pero ni siquiera pude escribir la primera. Así de mediocre.

Me quedé pegada en un punto fijo, muy típico de mí, y pensé: son demasiadas, voy a anotar como 100. Así que aún es una tarea pendiente para mí, puesto que en GUERRA ESPIRITUAL, tenemos que ser muy detallistas. Mi intención -la cual quiero compartirte- es que tú también las escribas para que le pidas ayuda al Señor y a su Santo Espíritu. Sólo ÉL nos puede librar de toda maldad.

Hay unos versículos QUE ME ESTAMPARÍA EN DIFERENTES POLERAS: los que se mandó el Apóstol Pablo en Romanos capítulo 7. Desde el versículo 15 en adelante, no puedo identificarme más:

15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.

Y después el 24, que me revienta: ¡MISERABLE DE MÍ! ¿QUIÉN ME LIBRARÁ DE ESTE CUERPO DE MUERTE?

Mansa espada, amigos. Tremenda, tremenda. Aguante Pablo, loco. Realmente así de basura me siento cuando le fallo a Dios, cuando la vendo, ¡cuando caigo en pecados espantosos y de muerte!

Aún así, qué Grande es Su misericordia. Hoy, de regreso a casa, me topé con un vagabundo que deambula por el sector. Estaba afuera del supermercado y pasé a comprar algo para la choca. Me dije: cuando salga, lo invito a comer. Salí, no lo vi por ninguna parte y me puse a llorar en el semáforo. Me conmovió tanto la miseria de ese hombre, que sentí cómo Dios trató conmigo en esa esquina transmitiéndome que así mismo me aceptaba a mí. Con mis faltas, mis errores, mis necedades... ¡MIS DEBILIDADES!

Gloria a Dios por esto. ¡Por su don inefable! Aleluya. Todos tenemos diferentes debilidades y personalmente, las emociones me juegan malas pasadas porque soy demasiado sensible. Pero como te dije antes, amigo y amiga: identifica cuáles son tus piedras de tropiezo, anótalas y convérsalas con el Señor. Estoy segura de que Él no fallará en ayudar y que estará atento a escucharnos. Yo seré honesta y no me guardaré nada. Creo que lo haré este finde y ahí les cuento cómo me va. 

Ah, y espero encontrarme de nuevo con el vagabundo aquel. El pobre debe estar aburrido de las barritas de cereal que le paso.

Dios te bendiga.